Prendimiento
de Antoñito
el Camborio en el camino a Sevilla
A
Margarita Xirgu
Antonio
Torres Heredia,
hijo y
nieto de Camborios,
con una
vara de mimbre
va a
Sevilla a ver los toros.
Moreno de
verde luna,
anda
despacio y garboso.
Sus
empavonados bucles
le
brillan entre los ojos.
A la
mitad del camino
cortó limones redondos,
y los fue
tirando al agua
hasta que
la puso de oro.
Y a la
mitad del camino,
bajo las
ramas de un olmo,
guardia
civil caminera
lo llevó codo con codo.
El día se va despacio,
la tarde
colgada a un hombro,
dando una
larga torera
sobre el
mar y los arroyos.
Las
aceitunas aguardan
la noche
de Capricornio,
y una
corta brisa, ecuestre,
salta los
montes de plomo.
Antonio
Torres Heredia,
hijo y
nieto de Camborios,
viene sin
vara de mimbre
entre los
cinco tricornios.
-Antonio,
¿quién eres tú?
Si te
llamaras Camborio,
hubieras
hecho una fuente
de sangre
con cinco chorros.
Ni tú eres hijo de nadie,
ni legítimo Camborio.
¡Se
acabaron los gitanos
que iban
por el monte solos!
Están los viejos cuchillos
tiritando
bajo el polvo.
A las
nueve de la noche
lo llevan
al calabozo,
mientras
los guardias civiles
beben
limonada todos.
Y a las
nueve de la noche
le
cierran el calabozo,
mientras
el cielo reluce
como la
grupa de un potro.